¿Cuántas veces hemos visto que las redes replican sin cesar la última dieta milagrosa que nos garantiza eliminar esos kilos de más que tanto molestan? Probablemente cientos de veces, ¿verdad?
¿Y cuántas de ellas realmente funcionan? No hay datos exactos, pero es probable que el número sea muy bajo, porque si bien la industria del adelgazamiento es enorme, hay que saber separar lo que funciona de lo que no.
Estas son algunas características que comparten las dietas que verdaderamente funcionan.
Funcionan a largo plazo
Una dieta saludable debe convertirse en un estilo de vida, no en una medida drástica que tomamos cuando necesitamos perder peso y luego nos olvidamos de ella para siempre. Los expertos indican que las buenas dietas deben ser hábitos fáciles de seguir a largo plazo.
Las dietas imprudentes podrían ser una de las principales causas de muerte prematura y enfermedades crónicas. Por el contrario la alimentación óptima se asocia con mayor esperanza de vida, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Yale.
Minimizan o eliminan el azúcar
Aunque suene un poco extremo, minimizar el consumo de azúcar blanca o incluso eliminarlo por completo como medida saludable es un punto de consenso casi absoluto entre expertos.
El azúcar favorece que el hígado fabrique grasa corporal y aumenta los niveles de colesterol malo y triglicéridos, así que minimizar su uso y buscar alternativas debe ser prioridad.
Contienen vegetales
Incluso las dietas más restrictivas hacen énfasis en consumir vegetales de todo tipo. Algunos regímenes que funcionan pueden restringir ciertas frutas, pero ninguna dieta que valga la pena limita el consumo de vegetales. El mensaje es claro: come vegetales, y en abundancia.
Promueven la pérdida de peso moderada
Algunas de las dietas reconocidas como las que mejor nos ayudan a adelgazar son la biproteinada o la Perricone, según Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Ambas tienen en común que promueven una pérdida de peso sana y sostenible a largo plazo.
Las dietas que abundan en Internet ofrecen resultados rápidos y drásticos. Puede que algunas funcionen, pero no son sanas para nadie.
Se enfocan en la calidad de las comidas
No es cuestión de las cantidad de alimentos que comes, sino más bien de que lo que comas sustente tu cuerpo y mejore tu salud. No significa que todo tenga que ser orgánico y fresco, pero el foco debe estar en la calidad de lo que llevas a tu mesa.
Eliminan las grasas trans y limitan las grasas vegetales industriales
Las grasas trans son, en pocas palabras, lo peor de lo peor para tu alimentación. El estado de California tiene prohibido por ley su uso en restaurantes, ya que producen inflamación en el organismo, enfermedades cardiovasculares y un sinfín de problemas de salud.
Las grasas vegetales industriales (de girasol, soja y maíz) están menos cuestionadas pero un programa dietético exitoso debe limitar su consumo al mínimo posible. Estas grasas están asociadas a la oxidación, inflamación y problemas vasculares.
En su lugar, se recomienda el aceite de oliva virgen extra.
Nos dejan satisfechos
Vivir hambriento en el nombre de perder peso nos hace infelices y es sumamente dañino. Las dietas saludables cubren todas nuestras necesidades de forma sana, y nuestro cuerpo se siente saciado durante todo el día.
Conocer los patrones generales de una dieta saludable nos ayudará a reconocerlas y evitar aquellas que ofrezcan resultados irreales, como una pérdida de peso drástica sin consecuencias para nuestra salud a largo plazo.
Recuerda: el cambio hacia una dieta saludable es un proceso lento, pero vale la pena.
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