Los humanos somos los únicos seres vivos que lloramos en respuesta a las emociones o al dolor. Para algunos estudiosos en la materia es hasta una forma de comunicación no verbal que sirve para indicar a los demás que algo va mal o necesitamos ayuda.
Aunque no existe una investigación certificada que demuestre que llorar es beneficioso, si hay estudios que refieren que echar unas lagrimitas ayuda a controlar la respiración, por lo que las personas podrían sentirse en calma después de hacerlo.
Una de esas personas que tomó parte de su tiempo para analizar las consecuencias del llanto fue el psicólogo holandés Ad Vingerhoets, de la Universidad de Tilburg en Holanda, quien hizo una prueba en la que pidió a un grupo de voluntarios explicar cómo se sentían después de mirar dos películas bastante emotivas. Estas respuestas debían darse pasado los primeros 20 minutos de la cinta y luego de dos horas.
Lo que arrojó el estudio fue que quienes no lloraron, no manifestaron sentir un cambio emocional, mientras que los que sí lo hicieron, sintieron que su ánimo había mejorado. Es decir, el llanto significó para ellos una especie de desahogo.
LA REACCIÓN DE TU CUERPO
Cuando lloramos nuestra respiración se acelera y nos sentimos más cansados, ya que la corteza cerebral requiere de un 32% de glucosa y oxígeno para mantener el llanto.
Una de las cosas que le ocurre a nuestro cuerpo después de llorar es una pérdida energética. De hecho, está comprobado que nadie puede permanecer llorando por más de 10 minutos seguidos. Pasado ese tiempo, que equivale a correr cinco o seis calles; el cuerpo necesita recuperar energías. Esa es la razón por la que a muchas personas les da hambre o sueño después de dejar caer unas cuantas lágrimas.
No todas las lágrimas son iguales
Aquí un dato curioso, pues resulta que no todas las lágrimas son iguales, existen tres tipos: las “basales” que son las que protegen nuestros ojos de objetos externos, algún polvillo o sucio en el ambiente. Las “reflejas” que son las que se dan como resultado de alguna sustancia irritante como el picante o la cebolla, y las “emocionales” que son aquellas que se producen cuando estamos felices, con rabia o tristes.
De una u otra forma el llanto alivia, por algo lo hacemos de forma natural cuando nos lastimamos. Las lágrimas activan la producción de calmantes naturales y hormonas como la adrenalina y la oxitocina. Incluso estudiosos del llanto han indicado que llorar reduce la tristeza o el enfado en un 40%.
Sin embargo, para las personas que sufren de depresión el llorar no resulta liberador, pues quienes padecen ese trastorno mental confiesan seguir sintiéndose mal después de hacerlo. En ese caso ya son palabras mayores, recordemos que la depresión es una enfermedad clínica severa.
Fuentes consultadas: