El reparto de las tareas del hogar, que incluye las responsabilidades domésticas, el cuidado de hijos y adultos mayores, no es equitativo en la mayoría de los hogares. No siempre es fácil medir el tiempo que se dedica a cocinar o ir al supermercado, pero mucho menos mensurable es el tiempo que se emplea en planificar cosas como lo que se comerá en casa esa semana. Esto es lo que se conoce como carga mental.
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La periodista Sara Brun, coautora del libro "La carga mental femenina", explica que el concepto "hace referencia a la presión que supone ser el único responsable final de todo lo que implica llevar un hogar, sobre todo con niños. Significa tener nuestro cerebro constantemente ocupado en que no se te olvide nada, prever, organizar y gestionar las tareas habituales de la casa y de la familia, pero también las imprevistas". Algo así como ser la project manager de la casa, pero sin sueldo. Y muchas veces, sin reconocimiento.
La experta afirma que está demostrado que la carga mental repercute especialmente en uno de los miembros de la familia o de la pareja, y este tiene consecuencias físicas y psíquicas. Dicha presión puede conllevar estrés, ansiedad, pérdida de memoria y dificultad para conciliar el sueño, e incluye además la pérdida del apetito sexual.
Incluso muchos de los casos de parejas que llegan a consulta por falta de deseo sexual acaban abordando la cuestión del exceso de carga mental.
¿Cómo solucionarlo?
Se trata básicamente de una cuestión de empatía. Ponerse en la piel del otro para mejorar la situación de ambos. Es una situación delicada porque verse uno reflejado en el otro no es fácil. Algunas persona se sienten ofendidas, pero muchas veces esto funciona como un mecanismo para que los demás sepan cómo te ve el otro cuando estás enfadado, distante, estresado.
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Al fin y al cabo, encontrarnos en la intimidad con nuestras respectivas parejas nos ayuda a desconectarnos de las exigencias del mundo. Un momento de reconexión de los sentidos. A veces, hay que luchar por ello y dedicarle el tiempo que merece.
y tú, ¿compartes las tareas del hogar con tu pareja? ¡Cuéntanos!
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