Existen personajes llenos de controversia que, al ser relevantes el día de hoy, han sido estudiados con pinzas para así reflexionar acerca de su legado y validez en el mundo contemporáneo. Hay actores que durante décadas fueron amados, pero hoy son el símbolo de una opresión que ellos perpetuaron mientras estaban activos.

Parece que la historia sólo se remonta a unas décadas en el pasado para cuestionar las figuras que ha enaltecido, pero si estas tienen varios siglos de antigüedad, su honor no es cuestionado. Ese es el caso de Olga de Kiev.

Fuente: All About History

La iglesia católica tiene un amplio catálogo de santos y santas. Su lugar en el reino de los cielos se determina por sus acciones en vida, ya sean actos de amor a Dios, milagros o tal vez una muerte tan horrible debido a su pertenencia a la orden católica. Sin embargo, este gremio de personajes que ahora es considerado más que un humano, también ha sido movilizado por ideas políticas.

La santa Olga nació a finales del siglo IX cerca de lo que hoy se conoce como Kiev. Se casó con Ígor de Kiev, hijo del fundador de la dinastía Rúrika. Un día Ígor fue a recaudar unos tributos de la tribu eslava de los drevlianos, pero en lugar de pagar, ellos asesinaron al esposo de Olga.

Ella se convirtió en reina regente porque su hijo apenas tenía tres años y no pasó mucho tiempo antes de que los mismos drevlianos se acercaran a Olga para que se casara con uno de los príncipes de la tribu que mató a su esposo. Ella enterró vivos a los mensajeros y regresó el mensaje con sus hombres, diciendo que aceptaba, pero que requería que los hombres más distinguidos de la tribu eslava la acompañaran en la ceremonia.

Con una fiesta real en mente, los drevlianos llegaron y fueron recibidos majestuosamente por Olga, quien invitó a algunos a descansar en una casa de baños, pero al entrar, los drevlianos se vieron encerrados en el edificio, mismo que Olga prendió en fuego en venganza a su difunto esposo. Al resto de los acompañantes, ingenuos ante los planes de la reina regente, los asesinó cuando se encontraban ebrios en un festín en honor a la memoria de Ígor de Kiev.

Finalmente, la santa Olga de Kiev decidió dar muerte a todos los drevlianos y se disponía a matarlos a pesar de que los ciudadanos pedían clemencia y ofrecían pagar todo el tributo que ella quisiera. Olga les pidió tres palomas y tres gorriones por casa y cada hogar aceptó los términos. Por la noche los soldados liberaron a los animales con un pedazo de azufre envuelto en tela y cuando las aves llegaron a sus hogares, prendieron fuego al hilo que les habían amarrado. La ciudad no tardó en ser un infierno en la Tierra en el que cerca de 5 mil personas murieron y las pocas sobrevivientes fueron esclavizadas.

Olga de Kiev perdió un esposo y ella terminó con la ciudad entera en venganza. Tal vez después de eso sintió un verdadero arrepentimiento, pero su conversión al cristianismo ortodoxo en Constantinopla está muy bien documentada. Ella fue la primera soberana de los eslavos en cambiar a esa religión y aunque no logró convencer a su hijo de hacer lo mismo, cumplió su misión al llevar a su nieto por el camino del arrepentimiento que ella parece haber adoptado después de incendiar una ciudad con miles de personas en ella.

Fuente:

La piedra de Sisifo