La consideración y el respeto por los demás es algo que en la actualidad parece haberse perdido. Quizás por la falta de tiempo y el ritmo apresurado como cada quien lleva su agenda, que poco tiempo se destina para enseñar desde el hogar, lo que es aprender a aceptar y comprender las diferencias de los demás. Algo que debe cambiar en este mundo.Esta es la  historia de una valiente madre, que día a día lucha por su pequeño hijo para ayudarlo a integrar una sociedad, donde no se puede  negar que existen diferencias muy marcadas, y que con frecuencia observamos la discriminación y el rechazo frente a los más débiles o quienes no son iguales a todos.Kim Castillo junto a su hijo Milo con síndrome de Down, quien como todos los niños disfruta salir y pasar un momento divertido, algo que su madre con tanto amor día a día se esmera por proporcionarle.  Y es por ello que juntos con frecuencia salen a pasear, una inteligente manera de disfrutar la vida.En una de sus eventuales salidas decidieron ir a cenar, normalmente acudían a lugares ya conocidos para brindarle a Milo confianza y un ambiente adecuado para él, sin embargo algo sorprendente paso que dejó a Kim destrozada, y a todos los que observaban una expresión de angustia e indignación.Una familia fue capaz de pedirle al mesero de aquel restaurante, buscar un sitio escondido para Kim y Milo, alegando que no eran clientes aptos para visitar un lugar público. Ya que niños como Milo no son gratos para los demás, lo que retumbó en los oídos de Michael el mesero, quien sin pensarlo dos veces tomó una decisión valiente y oportuna.Frente a la mirada de todos en aquel lugar y con las lágrimas en los ojos de Kim al sentir tanto desprecio por su pequeño hijo, Michael muy osado con voz sutil pero contundente pidió a toda la familia quienes se sentían ofendidos con la presencia de Milo en el restaurante, que por favor se retiraran todos, ya que eran ellos quienes no eran bien venidos en este lugar.Sin mediar palabra todos los integrantes de aquella familia abandonaron el restaurante y la alegría invadió el lugar. La admiración de todos por una acción tan valerosa y la mano amiga de Kim  quien con cariño agradeció al mesero, al sentir el apoyo y la consideración, no sólo para su niño sino para todos quienes se encuentran en su misma situación.